El año ya ha arrancado y con él muchos meses por delante para disfrutar de tus salidas al monte. Para muchos seguramente también es un momento de cambio: un punto de partida que te invita a plantear nuevos retos. Por nuestra parte hoy venimos a recomendarte uno muy concreto: salir al monte con tus hijos.

Te proponemos salir al monte con tus hijos no solo para compartir tu pasión en familia, si no para aprender juntos de la experiencia, disfrutar de entornos distintos a los habituales que les planteen nuevos desafíos, despertarles la curiosidad, cometer aciertos, errores y aprender de ellos, etc. Compartimos a continuación las reflexiones de Francisco Marquino, usuario de Ternua y amante de la montaña, que lleva años disfrutando del monte en familia y nos desvela una serie de consejos tras todos estos años de experiencias.

La diversión: la clave y la esencia

Locos estuvimos buscando las mejores rutas de montaña para nuestros hijos... Después de 3 años desde que nos empezaron acompañar nuestros hijos, después de cometer errores y aciertos, nuestro humilde consejo es que no existen como tal las rutas específicas para los más jóvenes.

Una excursión de X horas para llegar a un hermoso paraje almorzar y de vuelta es aburrido, a los ojos de un recién llegado al entorno de la montaña. También era aburrido para nuestros hijos, con la edad que empezamos a llevarles al monte, a sus 5 y 7 años. Es aburrido porque aún no tienen la capacidad y la consciencia de algo que se adquiere poco a poco. Ahí es cuando cambiamos el enfoque y nos preguntamos: ¿por qué vamos nosotros a la montaña? La esencia, tu espíritu ante ella… Pues lo mismo buscan ellos, pero mejor aún, sin miedo, con la mente abierta, todo es nuevo, todo puede ser divertido... Esa es la esencia: divertido.

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¿Cómo se mide el reto?

Para ti puede ser un reto una arista entre picos en invierno con la emoción y suspense de ver el abismo. Para ellos es pasar un tronco mojado de tres metros que cruza el cauce de un río. Para ti es una sensación espectacular alcanzar una cima a través de un corredor, para ellos lo es subir con dos palos una pendiente en mitad de la nada. Lo que tú hiciste de pequeño, y ahora no, de empaparte los guantes haciendo un muñeco de nieve en mitad de un collado a 2.000 metros. Claro está, ahí termina la excursión, para ellos es un día maravilloso.

El objetivo no es alcanzar el pico, hacerlo en una hora menos que el año anterior, o hacerlo esta vez por la cara norte. Con el tiempo puede se que sí les emocione. A nuestros ojos la montaña, el entorno del montañismo, no es el andar por andar, no es el llegar por llegar o coronar por tachar en una lista. Es mucho más y para que ello hay que empezar desde el principio: nos tiene que divertir a todos por igual y enseñar, así todos aprendemos y disfrutamos.

Cuando después de veinte veces, con nieve, hielo, en distintos entornos y diferentes formas, tus hijos suban la ladera con dos palos, llegarán a querer, entender y necesitar del piolet y crampones para sus nuevos retos. Cuando destrepen veinte veces pequeños riscos con una cuerda con nudos, querrán aprender a rapelar y luego querrán subir y empezarán a escalar. Cuando quieran ir al sitio ese que está en el póster del refugio ya aceptaran lo bonito de X horas para llegar a ese lugar.

Todas las rutas que conoces, todos esos sitios en los que estuviste tú, son la mejor ruta para tus hijos. Somos nosotros los que tenemos que volver a ser niños, divertirnos y educarlos en la montaña, en el entorno, en las formas, en su esencia.

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Aprendizajes para la vida

Podría daros cientos de ejemplos de aprendizajes para la vida diaria que hemos visto en nuestros hijos gracias a la montaña, grandes logros que en otros entornos son más difíciles de valorar y que se les arraigan a fuego en su mente.

No se colarán en una fila porque no se cuelan en una cordada o en una ferrata. Ya saben reconocer el gran valor de cuatro piedras puestas una encima de otra en mitad de la nada para marcar el camino. Saben lo valioso que es que les ofrezcan un trago de agua cuando a ellos ya no le queda. No hace falta decirles que el envoltorio del bocadillo se guarda en la mochila hasta que podamos tirarlo en una papelera o contenedor. Valoran de una manera especial cuando les dejas tus guantes después de empaparse los suyos haciendo el muñeco de nieve. Y aún más, para reyes no piden un juego popular de la tele, piden unos guantes "de esos que no se mojan".

Entienden que hay mucho más que su barrio, su cole, su ciudad y lo importante que es mantener, valorar y cuidar la naturaleza, para que siga tan mágica como ahora es… "Qué bello es aprender, qué maravilloso es verlo tan cerca".

Estas líneas, las cuales podría extender casi hasta el infinito y solo son experiencias vividas en tres años, me llevan a una conclusión: con conocimiento de causa, la mejor ruta para ellos es la que hacen contigo, con tu tiempo, con tus enseñanzas, con los retos que con criterio y sin prisa alcanzareis juntos.

 

Si buscas ideas para ir de ruta con tus hijos en este artículo te proponemos algunas por la zona de Bujaruelo. También puedes seguirnos en redes sociales, Faecebook, Instagram y Twitter donde compartimos más rutas e ideas para realizar con tus peques.