Crónica de un viaje a Myanmar del periodista y aventurero Juan Manuel Sotillos.

Trekking en Myanmar

Allá donde comienza, o termina, según se mire, la Gran Cordillera, en Myanmar se encuentra el Himalaya más desconocido, el Himalaya más recóndito y el Himalaya más desconocido... Ahora vamos a conocerlo un poquito más.

Putao es el punto de partida para adentrarse en un paraje absolutamente increíble si lo comparamos con otros paisajes de la antigua Birmania.

En la vida había oído el nombre de Putao que hasta suena mal. Desde que se me ocurrió llegar a la zona más recóndita de las montañas de la cordillera que alberga las cumbres más altas del mundo, este nombre iba a formar parte ya de mi vocabulario geográfico. Porque Putao es la puerta de entrada para acercarse a las más escondidas montañas del Himalaya.

El estado de Kachin en el norte de Myanmar exige para su entrada una especie de salvoconducto, un permiso especial, que le permitirá acercarse a Putao. La parte de la cordillera del Himalaya que alberga Myanmar es una de las fronteras menos conocidas del mundo. Se trata de la región más aislada del país que limita al norte con China, al sur con el mar de Andamán, al este con Laos y Thailandia y al oeste con India y Bagladesh.

Un inédito trekking

Escribiendo sobre el Himalaya, alguna vez me preguntaba si estas montañas tenían principio y fin, y lógicamente lo tiene. Me atrae lo desconocido. Y por ello me fui al Himalaya más recóndito, al Himalaya más escondido para ver qué esconde en uno de sus extremos. Así que pusimos por bandera una vez más emprender un viaje hacia las montañas del norte de Myanmar, en la zona más desconocida del Himalaya. Realizar un inédito trekking por aquellos lares era nuestro particular objetivo en Birmania. Desde Putao, donde antes visitamos el sencillo mercado en el que pudimos ver ya las primeras tribus étnicas locales, y donde compramos sendos paraguas para la persistente lluvia, salimos en un 4x4 y en un viaje de 17 kilómetros llegamos a Shangaung donde comenzamos a andar después de atravesar por primera vez el río. Fuertes pendientes por bosques y zonas selváticas nos llevan a la ¿cima? del monte del mismo nombre Shangaung de 1.460 metros, pudiendo ver una panorámica espectacular hacia Putao.

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Coincidimos en el camino con gente que se traslada a pie, no hay otro medio más que ir andando de un poblado a otro, y coincidimos con más gente de lo habitual ya que van a una boda. ¡Nos invitan!... En este primer día llegamos a Wasandum, una pequeña aldea situada a 860 metros de altitud, donde nos alojamos en una casa típica local. Generalmente los dueños de la casa tienen en su propia parcela otra casita para los huéspedes que es precisamente donde dormimos. Nuestros cocineros preparan la comida que también la llevamos nosotros con los porteadores, y después de cenar, el descanso es la recompensa al esfuerzo.

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Testigos de una boda

Ya nos comentaron que nos despertaríamos con los sonidos naturales del propio pueblecito. Los gallos funcionaron a la perfección como el mejor despertador. Si ayer llovía, el tiempo a partir de hoy y durante todo el trekking, iba a ser inmejorable. Nieblas matinales con escarcha, y un poco más tarde, cielo completamente azul.

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Un puente muy peculiar con cañas de bambú es el primer “pasatiempo” del segundo día de trekking. Hay que pasarlo con cuidado ya que es bastante primitivo, vetusto y antediluviano... Desde el primer día coincidimos en el trekking con muchos nativos de diferentes aldeas. Todos, medio centenar entre abuelos, jóvenes y niños, iban a una boda en las cercanías de Awadum, conocido pueblo entre los habitantes del valle por los extensos cultivos de caqui y nuez. Llegamos a esta aldea después de atravesar el espectacular puente suspendido de Kharlang sobre el curso del río Namlang. No sería éste el único puente que atravesamos a cada cual más arcaico, construido de aquella manera, pero siempre bien asentados. Como decía fuimos partícipes de la boda y también nuestro séquito (porteadores, cocineros y el guía). Llegamos al mediodía. Tras el consabido donativo por haber sido invitados, fuimos recibidos con viandas típicas de la zona (una bebida de leche de búfala y arroz envuelto en enormes hojas verdes. Estamos frente a la casa de la novia, protegida por sus damas de honor y amigas y familiares más cercanas. También esté el chico. Perfectamente uniformados y en plan desfile van de la casa a la carpa de la ceremonia donde son recibidos con espléndidos cánticos. En el atril iban interviniendo diferentes personas dando sus discursos que, evidentemente no entendíamos nada pero suponemos son halagos para los novios. Fue un momento espectacular para poder fotografiar a las diferentes personas que asistían a la ceremonia sin que nadie se sintiera ofendido, en muchos casos, todo lo contrario. La ceremonia se alargaba y teníamos que continuar hacia Ziyadum.

La última frontera

El trekking estaba siendo muy íntimo, de gente, pueblos, aldeas, paisaje y paisanaje… El objetivo era llegar a la aldea de Ziyadum emplazada en el pre-Himalaya a una altura de 1.068 metros. Ya en el anterior pueblo comenzamos a ver a lo lejos las montañas del Himalaya y una vez llegados al destino de este día, veríamos las nieves perpetuas adheridas a esas recónditas cumbres. Nos volvimos a hospedar en una casa local de construcción típica de madera y bambú.

Ziyadum es la última frontera en el mismo extremo norte de Myanmar en los límites con China e India. Desde las cercanías del pueblo se divisa ya perfectamente la gran cordillera como si fueran sus estribaciones. Podría ser donde comienza o donde termina, según se mira, el Himalaya. Sin lugar a dudas es el más escondido, el más recóndito. Otra opción, con más días para hacer el trek es ir al Parque Nacional de Hkakabo Razi donde se encuentra la montaña del mismo nombre, la cota más alta de Myanmar y del Sudeste asiático con 5.895 metros. Pero no teníamos más tiempo y regresamos durante otros tres días al punto de partida. Pero no volvimos exactamente por el mismo lugar, sino que atravesamos otras aldeas como Kalang, repitiendo Wasandum para regresar por la montaña Shangaung a Putao.

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Objetivo Birmania

Myanmar cuenta con interesantes atractivos turísticos como la espiritual Bagan, el impresionante lago Inle, la exquisita Mandalay y la colonial ciudad de Yangón

Quizás fuera una premonición de que más tarde, no sólo me gustó de siempre la geografía, sino que luego la trotara por el mundo conociéndola de primera mano. Birmania capital Rangún, estudiaba en primaria en el colegio. Ahora eso mismo se estudiará en la geografía actual pero alterando los nombres, pues han recuperado sus tradicionales designaciones, Myanmar capital Yangón.

Fue un grupo musical entre los años 1982 y 1991. Y también la famosa película bélica (EEUU 1945) a la que copio el título para este nuevo reportaje de viajes. Hoy nos marcamos como reza el título de la película, Objetivo Birmania, pero hay que cambiarlo, ahora sería Objetivo Myanmar. Ante de viajar al país hace falta realizar un trámite en el que se rellena un formulario para posteriormente obtener el visado (tener a mano en un fichero jpg la foto de carnet más reciente para incluirla en el visado). Todo esto on-line en la página web http://evisa.moip.gov.mm/. Costaba en febrero de este año 16 dólares a pagar con tarjeta de crédito. Entramos a Myanmar por la gran ciudad de Yangón. El cansancio del viaje, y la diferencia horaria de cinco horas y media junto con el jet-lag, hace que la primera visita a la ciudad se haga interminable, a la vez que verdaderamente atractiva.

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Yangón, ciudad colonial

Íbamos realizando la visita en coche, parando en los lugares más atractivos, hasta que el guía decide que debemos ir andando. “Of course”!, perfectos conocedores de su ciudad, porque Yangon hay que patearla. Es una gran ciudad con edificios coloniales producto de la influencia británica en los siglos XIX y XX. El primero que visitamos, un edificio de 1908 construido para albergar la compañía escocesa de arroz, convertido ahora en Correos, todavía en activo, interesante por dentro y por fuera; el ayuntamiento, frente a la plaza de la Independencia con un obelisco, homenaje a la liberalización definitiva de Myanmar, donde se encuentra el jardín de Mahabandoola; el antiguo hotel Strand, donde un cartel anuncia expresamente que “por razones tradicionales está permitido fumar” en el interior del Strand Bar. Hay que entrar para verlo y observar -cuando llegamos nosotros- una bonita exposición de grandes cuadros pintados al óleo; cuadros también de grandes precios marcados en dólares. El edificio de la autoridad portuaria, y otros edificios algunos absolutamente abandonados por falta de crédito en el país para renovarlos. Merece la pena adentrarse y hasta perderse por Little India y Chinatown.

Mientras vemos colosales edificaciones, se entremezcla nuestro paseo con la vida en la calle donde la gente lo mismo está haciendo zumo de palma que otros comen sentados en unas diminutas sillas con la gran oferta gastronómica callejera en singulares puestos de comida cocinada o de frutas, o de lo que sea, ofreciendo incluso para los paladares más exquisitos unos ¿sabroso? grillos y saltamontes fritos. El calor, abrasador, hace que llevemos paraguas para protegernos del sol. Aquí la gente lleva este artilugio como si formara parte de él mismo porque sirve para el sol y para la lluvia porque cuando llueve, llueve de verdad. El bonito edificio rojo de las Cortes, y otros no tan bonitos van completando un paseo espectacular por la Yangón más colonial, rompiendo muchas veces con la estética urbana las decenas de parabólicas instaladas en cada balcón. Incluso la ropa tendida...

De carácter especial son las legendarias y longevas pagodas que forman parte de la Yangon más antigua. Sin duda la que se lleva la palma es la de Shwedagon de imprescindible visita. Está también la de Sule. O la pagoda de Chauk Htat Gyi que alberga un gigante Buda reclinado de 70 metros de largo; o la del enorme Buda sentado en la pagoda Ngahtatgyi...

Mandalay-Bagan en barco

La visita a la antigua capital de Mandalay ofrece muchas cosas tan buenas y bonitas como interesantes. Es una delicia adentrarse en el Shwenandaw, que formaba parte del antiguo palacio del rey Mindon del siglo XIX, convertido hoy en día a monasterio. Absolutamente todo construido con madera de teka con unas tallas impresionantes. Una gran muestra de la arquitectura birmana. La pagoda de Kuthodaw tiene el récord de ser el “libro” más grande del mundo porque en sus 729 piezas de mármol, perfectamente alineadas y metidas en unas celdas para protegerlas, está escrito el libro de los budistas. ¡Gran obra de arte que no deja de impresionar!, hay que verlo. Subir a la colida de Mandalay es otra “obligación” para visitar la pagoda Kyauktawgy y observar desde arriba la vista de la ciudad y si se tercia con una magnífica puesta de sol. También hay que visitar la pagoda Mahamuni forrada con pan de oro... No está de más visitar también a los artesanos que fabrican este papel; o a los que tallan madera, o incluso a los marmolistas que trabajan sobre enormes piezas que convierten en budas, sentados, tumbados, negros, blancos… Interesante.

Nos acercaremos al puerto de Mandalay para coger un barco que, en una interesante travesía fluvial de unas diez horas por el río Irrawaddy, con parada incluida en la más remota aldea de Lekkapin donde viven anclados en el tiempo, llegaremos a la grandiosa Bagán. ¿Qué es esto, madre mía?... No he visto tanta pagoda junta en la vida. Los amaneceres y puestas de sol desde cualquiera de las pagodas de Bagán es una gran experiencia que hay que disfrutar. Andar por Bagán entre sus miles de pagodas es como caminar bajo el manto de la espiritualidad… Mientras llega la hora del atardecer podemos visitar la pagoda Shwezigon, el corazón religioso de Bagán, espectacular… e igual de impresionante Ananda Temple. Se puede uno trasladar en moto alquilada, o en bici a la cercana aldea de Myinkaba donde visitaremos ese enorme y largo Buda tumbado en el templo de Manuha Phaya y nos introduciremos en el Nanpaya Temple con unos magníficos grabados esculpidos en paredes y columnas. Podemos ver también el templo de Htilominlo Guphaya-Gyi. Todos estos templos con su numerosos Budas y pagodas cubiertas de pan de oro, con sus monjes budistas, con su calor y color… Magníficos de verdad. Y todo ello aderezado con visitas improvisadas a los mercados locales. Viendo a sus gentes con esa crema puesta en sus mofletes para protegerse del sol. Como fascinante puede ser ver en los talleres -mal acondicionados, eso sí y trabajando en condiciones verdaderamente poco recomen dables -sentados en el suelo con cucarachas deambulando por allá…-, a los artesanos de la madera y diferentes objetivos lacados.

Diversidad en Inle Lake

Templos budistas, jardines flotantes, aldeas enteras con palafitos, pueblos enteros contruidos sobre pilotes de madera, sus habitantes de la etnia Intha, sus pescadores como modus vivendi, marcan la variedad y la magnífica diversidad que muestra el lago Inle, una vasta superficie de agua de 22 kilómetros de largo y once de ancho. El pequeño aeropuerto de Heho es la puerta de entrada a esta zona del este de Myanmar, viajando luego por una sinuosa carretera que nos llevará hasta el pueblo de Nyaung Shwe que da acceso al inmenso lago, hacemos una parada en el camino para visitar el monasterio de Shwe Yan Pyay, donde los jovencísimos monjes budistas están practicando oración incesantemente guiados por sus maestros.
Embarcamos en una motora que ya no dejaremos porque es el medio de transporte por estas aldeas de palafitos. Obligada visita se hace la de la pagoda Phaung Taw Oo quje ejerce de santuario principal del lago con cinc o Budas sagrados cubiertos de pan de oro. De camino al hotel, entre ‘callejuelas’ de agua y casas construidas sobre el lago, se hace cuando menos curioso visitar una fábrica de tabaco en el pueblo Inpawkhone. O visitar también una fábrica de telares… Todo totalmente arcaico a la vez que artesano. Otras visitas en Inle Lake son el pueblo de Pa-oh para desembarcar allí y patearlo. Dirigiéndonos con la barca hacia Heyar Ywar Mar, otra visita obligada: Inn Dain Khone Village recorriendo a pie sus más antiguas pagodas observando como el propio bosque las engullen enredándose sus raíces y escalando por las paredes y saliendo por su extremo superior como si de un gran florero se tratase. Viejas pagodas, grandes Budas, figuras esculpidas, y hasta pinturas en las pareces de su interior ponen el punto espectacular a la visita. Sin duda impresionante lugar. Visiten también el Shew Inn Tain Pagodas Complex con cientos de pagodas fruto de donaciones de todo el mundo. Nuevamente en la barca, saliendo de las estrechas calles de agua a la ‘avenida’ principal del lago se pueden observar los numerosos pescadores viendo su particular y peculiar forma de pescar. Nosotros con esta visita a Myanmar ya cumplimos nuestro particular objetivo Birmania.

 

Descubre otro artículo de Juan Manuel Sotillos, sobre Bután, aquí.

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