"A los que nos gusta navegar rodeados de hielo y trazar sobre agua y tierra con la casa a cuestas, este invierno no podía quedar atrás sin al menos, una “pequeña” aventura" dice nuestro friend y explorador polar Vicente Castro.  Por eso, recientemente se ha embarcado en una nueva aventura en el Monte Thabor, en los Alpes; una rara travesía invernal en la que se han lanzado a la alta montaña con medios más típicos de expedición polar y que les ha descubierto una faceta de la montaña donde queda mucho aún por desarrollar.

Un relato de Vicente Castro: 

travesía Monte Thabor

Febrero termina con una subida de temperaturas inusual en los Alpes, la gran cantidad de nieve caída en las semanas anteriores y la espesa capa de arena del Sahara depositada en las montañas acelera la fusión.

A la gestión de PCR necesarios, justificantes de desplazamiento, toques de queda, habrá que añadir la buena lectura de los boletines de avalanchas, los espesores de nieve y las isotermas.Desde luego, un bonito encaje de bolillos que me devuelven a las queridas altas latitudes… incertidumbre, imprevistos, temple de nervios y paciencia. Abstenerse gente de agenda y programa.

En pocos días todo se confirma, los 4 intrépidos canarios salen de Tenerife, dejo mi barco-casa en Asturias y todos nos damos cita en Ginebra… el exotismo está bien asegurado. En la larga ruta hacia los Alpes, me empleo a fondo para encontrar un lugar entre tanta montaña para deslizar nuestras pulkas y alejarnos hacia ese otro mundo donde solo la naturaleza impone sus reglas.

El Monte Thabor

Elegir pendientes suaves, terreno amable al deslizamiento y eliminar complicaciones técnicas parece ser el principio de la “travesía polar”. Pocos lugares en la cadena alpina se prestan a este principio cuando llega el invierno.

El Macizo de Vercors es un lugar de excepcional belleza que reúne las condiciones, unas altas mesetas y un paisaje de taiga que no deja indiferente. Pero esta vez la falta de nieve a poca altitud no deja opción y entonces comienza la parte mas bonita de cualquier viaje de montaña. Se abren los mapas, los de papel, los de verdad… se miran las líneas y sin cerrar los ojos se imagina.

Un recuerdo, se escucha a los que conocen, se intuye… un proceso de creación que recrea como la actividad en sí misma. La elección está en la Haute Mauriene. Entre el macizo de la Vanoise y los Ecrins. Uno de esos pliegues de montañas que eclipsan los gigantes cercanos pero con carácter suficientemente alpino para que no pase desapercibido a cualquier alpinista local.

Inmediatamente cambio los esquíes nórdicos por raquetas y en nuestro equipaje entran los piolets,  los crampones y los ARVA.Vamos a intentar fijar nuestro último campamento a unos 2700mts de altura, saliendo de 1500 mts y realizando un itinerario casi circular. El terreno será variado y nuestra travesía “polar” se convierte en un recorrido de pulka en terreno alpino donde el objetivo será una cumbre de algo más de 3000 mts...Hielo Continental.. Logan .. emocionado recreo paisajes en mi cabeza y me lleno de ilusión.

La travesía comienza y vamos franqueando obstáculos sorprendidos de la seguridad con la que avanzamos. Rozamos la frontera italiana y el espectáculo de cumbres delante de nosotros es innombrable; Meije, Barra des Ecrins, La Grand Casse, Tour de Galibier…..la cadena alpina ni se termina en el Montblanc ni comienza en el Cervino.

Los días pasan y sin darnos cuenta hemos desconectado absolutamente de la atmósfera de pesimismo y incertidumbre que tiene atrapada a nuestro mundo. Somos felices, nuestras botellas de agua derretida están llenas, hemos mantenido el limite aceptable de riesgo bajo control y hemos recargado de esperanza nuestras inquietudes. Satisfechos de haber vivido algo excepcional descendemos al mundo de las reglas y el miedo.

Es sorprendente que esta vez nuestra experiencia no necesita de celebraciones y de consumo. No fuimos a ningún lugar extraordinariamente lejano, no realizamos ninguna ascensión de renombre no hubo desafíos esperando ser cumplidos…. Salimos de casa, dimos una vuelta en las montañas y regresamos, y por tanto estamos llenos, plenamente de compartir una noche de tienda, un madrugón y una sopa de sobre.

¿Qué es la Pulka?

Para quien no este familiarizado con este tipo de actividad me gustaría tratar de explicarla y responder así vuestra curiosidad.

En primer lugar deberíamos reducir la explicación a un termino general conocido por cualquier amante de la montaña, “La montaña invernal”. De manera inconsciente imaginamos skis, crampones, piolets, gruesas botas y sobre todo mucho frío. Hasta aquí no hay duda, no estáis equivocados, pero si añadimos a esto una duración de más de un fin de semana, un terreno sin refugios, el transporte de todo nuestro material para darnos larga autonomía, entonces a mas de uno/a la imaginación le transportara a lejanos macizos o a ese desvirtuado termino que llamamos “expedición”. A lo peor, imaginareis enormes mochilas y jornadas interminables y los esquiadores no podrán evitar pensar como gestionar sus descensos con semejante peso en la espalda.

Pues bien, es aquí que llega desde los territorios polares a nuestra ayuda la Pulka o trineo, tan vieja invención como los propios esquíes y que cambia por completo visión de ese medio fascinante y salvaje que es el invierno. Actualmente fabricada en plástico o fibra es un simple recipiente cóncavo y que servirá de mochila, duplicando su capacidad y disminuyendo el esfuerzo de progresión. De ella tiramos con cordinos o barras deslizando la carga tanto en subida como bajada.

Monte Thabor Pulka

Ahora bien, ya estamos equipados para el transporte, así que, os preguntareis (los no esquiadores) cómo hacemos para movernos en un terreno escarpado donde, nieve blanda o dura, solo las botas no serán suficiente. Y de nuevo, otra invención ártica llega en nuestra ayuda, las raquetas. Hoy en día equipadas de puntas afiladas a modo de crampón nos permiten una variedad de terreno que era exclusivo de los esquíes y las cuchillas.

Imaginad entonces, podemos llevar ropa de abrigo suficiente, combustible para nuestra cocina, tiendas que soporten condiciones invernales y comida en abundancia. Las jornadas podrían alargarse sin esfuerzo suplementario y con un mínimo de capacidades técnicas seriamos capaces de alcanzar esos lugares que antes eran territorio de esquiadores diarios o largas marchas desde refugios lejanos.

Reflexión

Hoy en día más que nunca, la naturaleza está en riesgo, cada vez somos mas practicantes y la presión sobre el medio natural es intensa. El camping invernal sobre la cobertura de nieve protege vegetación y no erosiona el terreno, la nieve nos proporciona el agua que necesitamos y recogiendo correctamente nuestros residuos nuestra huella será efímera.

Monte Thabor

Prescindir de refugios y remontes mecánicos ayudara a diversificar las actividades y reducir presión.Volver a mirar vuestras montañas próximas de nuevo, ¿no pensáis que podríais pasar unos días allá arriba cuando la nieve lo cubre todo?. La “mini expedición”, la “aventura” está simplemente al alcance de todos. Adaptar vuestro material a la necesidad y no la necesidad al material, aprender a construir un Igloo, aprovechar las capacidades de vuestra vestimenta. Ir a la montaña sin manual, sin normas e inventar.