Begoña Alday tiene el corazón dividido en dos. Una parte está llena de agua salada y viento, la otra de roca, nieve y hielo. Mar y montaña tiran de ella con igual pasión, pero en direcciones opuestas. Con el tiempo, (tampoco mucho, porque tiene 26 años) ha hallado una solución de compromiso: el mar es escenario de pequeñas aventuras, pero sobre todo es su ámbito profesional —es oficial de la marina mercante—; la montaña es su patio de juegos principal, un lugar lleno de promesas.

Algunos de los lectores conocerán a Begoña por haber sido participante primero y capitana después del legendario programa de ETB “El conquistador del Caribe”. Los demás, quienes no presenciaron su derroche de energía en televisión, tienen tiempo de conocerla, porque estamos seguros de que, de ahora en adelante, sabremos de ella a menudo. Empezando ahora mismo. Y es que Begoña acaba de volver de Pakistán, donde ha estado grabando un documental con Sebastián Álvaro. Así nos ha contado su experiencia.

 

LAS CHICAS DE LA CUMBRE

Una expedición en las montañas del continente asiático. Un viaje hacia un proyecto revolucionario.

 

La RAE define expedición como: Excursión colectiva a alguna ciudad o lugar con un fin científico artístico o deportivo. Sin embargo para mi fue algo más bien espiritual, una mezcla entre un viaje y una batalla, entre un reto y un sueño cumplido.

Aterrizamos en Islamabad el 15 de Julio, hasta arriba de esas bolsas ‘’ de expedición’’ que tanto delatan a los alpinistas que viajan a Pakistán. Esa primera noche traté de enfrentarme al abismo de incertidumbre que se me presentaba. ¿Qué es lo que sabía hasta entonces? Sabía que nos dirigíamos al Karakorum. Sabía que Sebastián Álvaro tenia pendiente finalizar un documental sobre el difunto porteador de altura little Karim, sus nietas y el alpinismo femenino en el Baltistán. Sabía que trataríamos de coronar el Kosur Gang, una cima de más de 6000 metros. Lo que no sabía, sobra enumerarlo, representa todo lo demás.

Bego Alday en un valle glaciar

 

Tras unos días de gestiones, volamos a Skardu. Recuerdo mi primera impresión al andar por las calles de la ciudad. El tráfico es caótico, hay un sinfín de mercados y negocios a pie de calle y, en general, parece un sitio bastante peligroso. Pero no lo es. La gente es amable, honesta, poco acostumbrada a ese fenómeno ‘’turista’’ que había vivido otras veces. Me chocó que nadie tratase de aprovecharse de mí o de venderme ‘’de todo’’ a precios inusuales. Lo siguiente que me llamó la atención fue que apenas había mujeres en la calle. Recuerdo doblar la esquina del Mercado y toparme con un cartel enorme recordando la importancia del uso del hijab. Ese fue mi primer baño de realidad.

Pronto pusimos rumbo a Hushe para comenzar la aclimatación en montañas de 3000 a 4000 metros. Fue una semana increíble. Tuve la oportunidad de conocer a las grandes protagonistas de esta historia: Amina, Siddika I y Siddika II. Las chicas de la cumbre, mis niñas. Y como dice su padre: Mis primas. Porque yo soy su sobrina rubia de España y no me puede gustar más ese título. La aldea de Hushe, al pie del imponente Masherbrum, es su hogar. Esta es la última y más alta aldea del valle. A 3.000 metros de altitud el sol nos hacía sudar por sus calles mientras ellas nos contaban que en invierno las temperaturas caen hasta los -15 grados. En estas condiciones tan hostiles, sin agua corriente, internet, y en muchos casos sin electricidad, sus habitantes viven en chabolas de piedra y barro. Sin embargo, hace más de 20 años que cuentan con la inestimable ayuda de la fundación Sarabastall, con la que tuve el placer de colaborar en el colegio y en el dispensario médico.

 

bego-alday-hospital

 

De esta aldea salieron los mejores porteadores de altura de Pakistán, siempre embarcados en las expediciones occidentales más exigentes. Como dice Sebas: Ya no quedan porteadores en Hushe. Y ese es el triunfo. La educación ha ofrecido a los niños de este lugar oportunidades mejores lejos del peligro y del trabajo físico mal pagado. Little Karim, porteador, alpinista y abuelo de mis niñas, estaba de acuerdo con Sebas. Desde el principio supo ver como la educación, la salud y la mejora de la agricultura serían la única forma de asegurar un futuro menos penoso a las nuevas generaciones. Por eso, enfermo y a sabiendas de que le quedaban pocas palabras, pidió que sus nietas estudiaran. Y una cosa más: Que fueran a la montaña. Ambos deseos representan en conjunto lo que las niñas de Hushe y de todo Pakistán anhelan. La libertad de educarse, de tener oportunidades. Y de escalar, en todos los sentidos. De mirar el mundo desde arriba. De sentirse fuertes, de contar que son capaces. Y de disfrutar.

 

hijas de little karim

 

¡Qué viaje en coche más bonito! Todas juntas hacia el valle de Sigar, donde se encuentra el Khosar Gang. El primer día salvamos más de 1500 de desnivel para llegar al campo base situado a 3800 metros. Y desde allí todo fue rodado. Teníamos apenas cinco días de buen tiempo, así que tuvimos que ir muy directos. Campo1, campo 2, subimos a dejar el material y cuerdas fijas a 5.200 metros, y nos preparamos para hacer cima al día siguiente. Todos respondíamos bastante bien, especialmente las chicas, fuertes y motivadas, seguras hasta en los pasos más técnicos. Sin embargo, una aclimatación no del todo bien llevada me supuso tomar la decisión de comenzar a bajar antes de hacer cumbre. Recuerdo sentir un fuerte dolor en la cabeza, una presión que impide pensar con claridad y finalmente te impide comer y hasta beber. Mis niveles de saturación de oxígeno descendieron por debajo de lo tolerable y con la recomendación del médico emprendí la vuelta para, al fin, esperar el regreso de mis chicas en el campamento base. ¡Vaya abrazo que nos dimos y vaya celebración! Entre lágrimas de alegría me contaron cómo, con mucho esfuerzo, coronaron la cima y cómo se lo dedicaron a su abuelo, Little Karim. Poco tardaron en acercarse a mí, esa misma noche, para decirme: Bego, next summer we will do 7000 together, right?

 

hijas de little karim en la cima

 

No puedo saber dónde estaré el próximo verano, pero de lo que sí estoy segura es de que ellas seguirán allí, al pie de la montaña; o por qué no, con la montaña a sus pies. También, de que Sebastián Álvaro no andará muy lejos, y que la familia de Sarabastall seguirá acompañando sus pasos. Pioneras en su aldea, constituyen el espejo donde se miran el resto de chicas y representan en su esencia lo que siempre ha caracterizado al alpinismo: la conquista de quien humildemente sabe que debe llegar más lejos.

 

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