El universo del Karakórum acoge la concentración de montañas más impresionantes de la Tierra.

Uno de los pioneros definió este macizo montañoso como “la más genial expresión de las fuerzas orogénicas del planeta”. Entre ellas se encuentran cuatro cimas principales que superan los ocho mil metros y más de cien que superan los siete mil. Si dudas la montaña más conocida y prestigiosa de este macizo es el K2 (8611 m) la segunda montaña más alta del planeta, pero mucho más inaccesible que el Everest. Pero no muy lejos del K2 se encuentra se encuentra un ramillete de montañas conocido como el grupo de los Gasherbrum, siete montañas muy altas, justo en la frontera con China. Dos de las cuales superan los ocho mil metros, el Hidden Peak (8068 m) y el Gasherbrum II (8035 ms) y otras dos que casi alcanzan esa cifra, mitificada por los alpinistas occidentales partidarios del sistema métrico decimal. Son el Gasherbrum III (7952 m) y el Gasherbrum IV (7925 m). Son montañas olvidadas en estos tiempos donde el aburrimiento de las rutas normales de los ochomiles parece que se han convertido en la norma imperante. Pero si esas dos montañas tuvieran unas decenas de metros más es probable que el Gasherbrum IV fuese considerado el ochomil más difícil de todos. Y, a mi parecer. En la montaña más bella de la Tierra. Según los estudiosos del idioma baltí, que deriva del tibetano arcaico, Gasherbrum puede significar “la Montaña de la Luz”. Algo que tendría explicación pues es la única montaña del grupo de los Gasherbrum que es muy visible desde el comienzo del glaciar del Baltoro, y probablemente fuese vista por los cazadores de Askole y el valle de Hushé resplandeciendo al atardecer. Pero también puede derivar de ghasé=bella y Brum=montaña, es decir lo que literalmente es esta montaña, una de las más hermosas del mundo.

Sin embargo el Gasherbrum IV ya estuvo en el punto de mira de aquel grupo de alpinistas italianos irrepetible. La primera ascensión se produjo en 1958, en una expedición liderada por el gran Riccardo Cassin la cordada más fuerte de aquel momento, Walter Bonatti y Carlo Mauri, lograron alcanzar la cima. Aquella ruta italiana no ha logrado repetirse hasta nuestros días. En aquella expedición figuraba el profesor Fosco Maraini, experto en el Tíbet, y Mario Fantín que escribió un libro sobre los 14 ochomiles y, al final, puso 15 ascensiones. La última era la del Gasherbrum IV. La ponía al mismo nivel que otras montañas más altas.

Desde entonces el Gasherbrum IV ocupo el lugar de los misterios prohibidos. Fue intentada pero con muy poco éxito y la fiebre de los ochomiles cercanos la condujeron al ostracismo y el anonimato. Pero no hay quien haya recorrido el Baltoro y no haya quedado prendado por la belleza de esta pirámide de roca y hielo que es la imagen misma de la inaccesibilidad. En 1985 los alpinistas Voytek Kurtyka y Robert Schauer lograron escalar el espolón oeste. Aunque no lograron por muy alcanzar la cima y lograron descender al límite de sus fuerzas. Aquella escalada, a pesar de no llegar a la cima, fue considerada, años más tarde, como la mejor escalada del siglo XX.

El grupo de “Al Filo de lo Imposible” intentó su escalada tres veces. Al final, en el verano de 2008, un equipo de buenos alpinistas y grandes amigos, formado por Juan Vallejo, José Carlos Tamayo, Alberto Iñurrategui, Mikel Zabalza y Ferran Latorre, lograrían alcanzar la cima norte del Gasherbrum IV. Fue una de las mejores expediciones que hemos hecho y la mejor despedida del grupo de “Al Filo”. Todo un símbolo de ese espíritu de Aventura que simboliza el Alpinismo clásico, el deseo de conocer, de aventurarse y adentrarse en lo desconocido, con los medios justos, en el mejor estilo posible.

Y ahora, en este próximo mes de julio, otros grupo de grandes alpinistas vuelven a intentarlo. Oriol Baró, que ya conoce la montaña de un anterior intento con Jordi Corominas, junto con Iker Madoz, Roger Cararach y Marc Toralles. Van a intentar trazar una ruta nueva en la cara sur de esta montaña “imposible”. Una tarea de gigantes. Sin duda algo que sobrepasa la pequeñafuerza de los simples mortales. Pero en este terreno de incertidumbre y audacia donde se encuentra ese terreno reservado a las grandes aventuras.

Ojala la suerte les acompañe.