En esta ocasión el periodista y aventurero Juan Manuel Sotillos nos relata su ruta a las montañas Cederberg, que visitó durante su viaje a Sudáfrica. Con él conoceremos estas "espectaculares formaciones rocosas donde conviven leopardos, monos,... en un alarde de naturaleza seca, pura y dura".

Un artículo escrito por Juan Manuel Sotillos.

Llegando a las montañas Cederberg

Juanjo Sandoval, mi guía y yo, nos dirigimos en coche hacia las montañas Cederberg. Unas tres horas de viaje por una estupenda carretera hasta meternos en un cruce para coger ya pista y recordarme que estamos en África, aunque sea el último país geográficamente hablando del continente negro.

Ya comenzamos a divisar las montañas que serán nuestra guarida durante unos días. En el camino paramos en alguna de las muchas haciendas que hay por allí, hacienda que pertenecen a generaciones y generaciones de nativos que se ocupan de salvaguardar el parque nacional, viviendo y conviviendo con los peligros objetivos que puede tener el lugar. Desde inundaciones, que las hay, hasta posibles ataques de leopardos, porque no hay que olvidarse que las Cederberg son el santuario de los bonitos felinos.

Bosques de piedra

Llegamos al punto de acampada donde plantamos la tienda y teníamos una cocina justo al lado. Antes de que anocheciera fuimos a ver la puesta de sol a un increíble lugar parecido a un bosque de piedra. Allí dejamos que cayera el sol. Realizamos una espectacular excursión en la zona denominada Truitjieskraal.

Volvimos a realizar otra incursión en este auténtico bosque de bloques de piedra, zona ideal para hacer boulder, porque ciertamente recorrer aquél paraje era especialmente sobrecogedor. En algunas formaciones tipo cueva se pueden ver ancestrales pinturas rupestres, muy bien conservadas.

Pinturas rupestres en Cerderberg

Ascensiones complicadas

Al día siguiente, madrugando, nos fuimos a una de las montañas, cuyo nombre no pude averiguar, para intentar subirla. Desde abajo se veía alta y altiva, pensando en si aquello era subible sin escalar... Después de una dura aproximación a la base, dura por el calor, dura por el cuestón..., llegaba la hora de la verdad. Había que superar algún escalón, haciéndome practicar de nuevo, desde hacía años que no lo realizaba, diferentes pasos de chimenea, ascendiendo poco a poco hasta introducirnos en una especie de playa dentro de una grieta..., espectacular.

Seguimos ascendiendo hasta llegar a la cumbre, una gran meseta por la que andar hasta aburrirte. Esa cima abría el horizonte paisajístico pudiendo ver espectaculares formaciones rocosas y, como no, contemplar arcos naturales de roca. Allí tuvimos ocasión de ver una familia de animales, una especie de cabras montesas, que no hacía más que esperar a que nos acercáramos para irse y volver a esperarnos para que les viéramos otra vez y volver a marcharse.

Nos despiden los mandriles

Al día siguiente, también madrugando, recorrimos otra zona de bosques de piedra, empeñándose Sandoval en buscar una cueva donde en otra ocasión, actuando como guía, encontró otras pinturas rupestres. Ciertamente no sé cómo lo hacía. Pero finalmente localizó la cueva y pudimos recrearnos en aquellas impresionantes retazos de la más pura antigüedad. Y ya saliendo del parque como queriéndose despedir de nosotros no salen a la pista una familia de mandriles, el único animal, junto a esa especia de cabra, que pudimos ver en el parque nacional.

Las montañas Cederberg las encontramos, en pleno verano, secas, ariscas, áridas. Pero eso no quita para que la espectacularidad de sus formaciones rocosas de piedra arenisca, no justificara hacer una incursión por aquellas increíbles montañas. ¡Recomendable!

Santuario del leopardo

Un cartel ya nos avisa que entramos en territorio de leopardos. Las montañas Cederberg albergan una importante colonia de estos felinos, totalmente escurridizos y ciertamente difíciles de ver. Si bien este extremo tampoco me importaba demasiado..., porque, afortunadamente, no vimos ninguno.

En el Parque Nacional Kruger supongo que se podrán avistar. En las Cederberg es harto difícil verlos aunque si te encuentras a uno cuando estás haciendo una chimenea o un paso de escalada más o menos comprometido puede ser toda una experiencia...

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