Decíamos hace poco que es posible que a la cumbre este del Jannu le queden pocos días de figurar en la lista de sietemiles vírgenes del Himalaya. Mikel Zabalza, Ekaitz Maiz e Iker Madoz, Friend de Ternua, ya están en la base de la montaña, preparados para lanzarse a por ella en estilo alpino puro.

Prevén que su intento dure entre cinco y siete días (entre ida y vuelta), lo cual parece poquísimo para escalar una cumbre virgen por una vía parcialmente nueva. Y, sin embargo, no podría ser de otra manera. La elección del estilo de ascensión implica que deberán escalar rápido, con poco peso y en autosuficiencia; algo siempre complicado en un lugar como el Himalaya.

 

Estilo alpino vs estilo expedición

Existe cierta tendencia a considerar el estilo alpino como una ocurrencia moderna; a pensar que surgió como reacción a las grandes expediciones de tipo nacional que, a mediados del siglo XX, buscaron el camino a las cimas de los ochomiles. No es cierto. El estilo alpino no solo es anterior al de expedición, sino que es, de hecho, la forma más esencial de alpinismo.

Cuando en 1786 Balmat y Paccard subieron a la cumbre del Montblanc por primera vez, es seguro que no se plantearon cuestiones de estilo. Su motivación era hacerse con el premio que Horace-Bénédict de Saussure había ofrecido a los primeros que alcanzaran la cima, y para ello hicieron lo que les resultó más lógico: cargaron con todo lo que creyeron que necesitarían, partieron hacia la cumbre, la alcanzaron y volvieron. En eso, ni más ni menos, es en lo que consiste el estilo alpino: en velocidad y en autosuficiencia. No hay más consideraciones, es un concepto tan simple como ir y volver. Lo que pasa es que, depende de dónde, ir y volver no resulta tan sencillo.

Más o menos 150 años después de Balmat y Paccard, cuando los escaladores occidentales pusieron su interés en las grandes cimas del Himalaya, descubrieron que el cambio de escala no permitía aplicar los métodos alpinos tradicionales. Las aproximaciones eran enormes y discurrían por terrenos poco explorados; las expediciones llevaban tanto tiempo que requerían mover cantidades enormes de material; las montañas eran sencillamente demasiado grandes. Fue necesario buscar una solución distinta y la encontraron en un método que había dado buenos resultados durante la reciente conquista de los polos. Consistía en crear una cadena de campamentos que se iban avituallando progresivamente y que, en un momento dado, permitía a una cordada intentar la cumbre desde el más alto de ellos. Tomó un tiempo adaptar este “método polar” a la alta montaña, pero al final funcionó estupendamente; hoy lo conocemos como estilo expedición.

 

Mallory e Irvine

Mallory e Irvine con sus pesados equipos de oxígeno durante su expedición al Everest de 1924.

 

Juzgar el estilo expedición como menos meritorio que el alpino es un ejercicio de presentismo. Simplemente, no hubiera sido razonable tratar de escalar un ochomil en autosuficiencia y con el material y las técnicas disponibles en los años 20. Tema aparte son las actuales expediciones comerciales, que son una especie de modo expedición moderno, mezclado con agencias de aventura “llave en mano”, y que han propiciado la masificación de ciertas montañas del Himalaya.

 

El estilo alpino llega al Himalaya

La primera fase de la carrera por los ochomiles quedó interrumpida por la Segunda Guerra Mundial sin que hubiera caído una sola de las grandes cumbres. Cuando comenzó la segunda fase, ya en los años 50, el estilo expedición se refinó y permitió acceder, poco a poco, a todas ellas. Pero para entonces el mundo era muy distinto y la idea de escalar en el Himalaya como se escalaba en los Alpes ya había prendido en la mente de los alpinistas más revolucionarios. Fue entonces cuando el alpino dejó de ser un estilo para convertirse en una ética.

Como ya contamos aquí, Walter Bonatti concibió la idea de escalar el K2 en estilo alpino en una época tan temprana como 1955. Dos años más tarde tuvo lugar el primer intento de escalada de un ochomil con esa ética tan improbable en el Himalaya. Lo llevaron a cabo Fritz Wintersteller y Kurt Diemberger en el Broad Peak. No tuvieron éxito, aunque lograron la cumbre más tarde por métodos más convencionales (para el Himalaya). De vuelta en el campo base, Diemberger y Hermann Buhl, que también participaba en la expedición y también había hecho cima, trataron de escalar el cercano Chogolisa en completa autosuficiencia. Buhl murió en el intento, pero hoy es considerado el primer impulsor del estilo alpino en el Himalaya.

Lionel Terray, que por cierto logró la primera al Jannu, es considerado también uno de los grandes del alpino, no ya en el Himalaya, sino en cualquier parte. Él y Louis Lachenal eran conocidos en los Alpes por su velocidad y por su economía de medios. Comprendían como nadie el binomio ligereza/velocidad. Su obsesión llegaba a tal punto que solían pesar el material de escalada, algo inaudito en aquella época. Durante toda su carrera Terray impulsó la ética alpina con sus ascensiones por todo el mundo, pero también con su obra literaria, que ha influido en generaciones de escaladores.

 

Terray Jannu

Lionel Terray frente al Jannu, cima que consiguió en estilo de expedición convencional. 

 

Uno de esos escaladores fascinados por Terray fue Reinhold Messner, figura controvertida como pocas y genial como ninguna. En 1975 Messner y Peter Habeler fueron los primeros en escalar en estilo alpino un ochomil, el Gasherbrum I. Tres años más tarde, de nuevo juntos, lograron un hito fundamental para el alpinismo al escalar el Everest sin oxígeno. Aunque esa ascensión se considera su logro más reseñable, en realidad fue dos años más tarde cuando Messner llevó la ética alpina a lo más alto (literal y figuradamente). Aquel verano de 1980 Messner se plantó en el campo base del Everest con su novia de entonces, hizo una mochila y partió solo hacia la cumbre, que alcanzó en alpino puro, en solitario, sin oxígeno y por una vía parcialmente nueva. Como Balmat y Paccard, pero en el techo del mundo.

 

Messner Everest

Messner en la cima del Everest, solo, sin oxígeno, en alpino y por una vía nueva. 

 

Messner pensó que no pasaría más de una década a partir de aquel momento antes de que el modo expedición desapareciera por completo y el estilo alpino fuera la manera normal de hacer las cosas en el Himalaya, pero eso aún no ha ocurrido. Escalar en alpino en el Himalaya aún es un marchamo de calidad para cualquier expedición. Pero, seguramente, si hoy consideramos que esta forma de escalar es el epítome del alpinismo, no es solo porque sea más meritoria y mucho más comprometida; es también por su naturaleza esencial, porque responde a una idea tan sencilla como complicada de llevar a cabo; es, simplemente, ir y volver.

 

No solo velocidad, también libertad

Una de las ventajas del estilo alpino frente al de expedición es la libertad de movimientos que otorga el hecho de no estar atado a una cadena de campamentos, cuerdas fijas y pasos preequipados. Una cordada que escala en alpino puede tomar decisiones de última hora en función de lo que observa sobre el terreno. Un serac de mala cara puede inducir a sacarse de la manga una variante; la meteo puede sugerir un descenso alternativo; la realidad puede mostrarse muy distinta a la foto sobre la que trazamos una línea con el dedo, allá en casa, y convencernos de cambiar de planes.

 

Pared este del Jannu

Cara este del Jannu este, objetivo inicial de la expedición.

 

Parece que las observaciones sobre el terreno de Zabalza, Madoz y Maiz podrían trastocar sus planes iniciales en el Jannu. La meteorología está siendo bastante mala y, si la montaña sigue acumulando nieve, la línea que habían previsto corre peligro de convertirse en el aliviadero de todo ese exceso de carga. Ahora, la cara sur aparece como una alternativa más viable para alcanzar la cumbre este. No hay nada decidido aún. No tiene por qué haberlo, son las ventajas del estilo alpino. De momento el grupo sigue con su proceso de aclimatación (han escalado un seismil sin nombre y quieren subirse también al Kabru I antes de entrar en el Jannu). ¿Será la sur o la este? Habrá que esperar. Pero sea donde sea, cuando empiece, será rápido.